Quizá he cometido un
gran error. Quizá sólo me he inspirado en ese momento de chocar con
la pared mientras me abrazabas y me susurrabas, entre esos instantes
en los que no me besabas con ese desgarro de un hombre herido, y fuerte.
Quizá mi ensoñación ha cometido el error de no consultar la hora
con el reloj, porque el momento de abstracción había pasado. Que la
realidad me esperaba, esa donde tú no estabas, donde las madrugadas tenían sabor a café solo sin compañía, a sábanas impolutas y a
soleados amaneceres nublados.
- Estoy aquí.
En ese instante, tú
estás en el marco de la puerta de entrada, apoyado con ese deje aprendido de
los actores de películas que buscan provocar, y no conquistar. Y me
encanta. Porque yo también he aprendido a sonreír con tierna
dulzura mientras giro mi cabeza y la oculto tras el hombro con una
risita que suena a murmullo. Sí, en estos somos unos expertos los
dos.
Y pasas adelante sin yo
necesitar hablar
- Porque malas
decisiones..., me dices al oído
- Hacen buenas
historia.
Los dos nos sabemos esa
historia que jugamos a interpretar durante el tiempo que dure, “se
improvisará” me dices mientras me miras con tal grado de
elocuencia y ganas de... de amar, que no me deja pensar.
Porque quizá hemos
aprendido los dos que esto saldrá mal, y que por eso queremos
arriesgar, arriesgarnos a una sola carta. Y gemir. Y lamentar. Y
reír. Y llorar. Y no quedarnos con las ganas, y jugar a conquistar
corazas de hierro que realmente se funden cuando tocamos la piel.
-¿Nos veremos otra
vez?
Me miras dando la espalda a la ventana,
mientras buscas tu camiseta con la mirada, por la habitación.
- Qué quieres.
- Me encantaría.
Me sonríes. Y sabes que
eso es jugar sucio. Sabes que eso me rompe por dentro. Que hace que
caiga a tus pies, que me olvide de un “cuídate”, y solo busque
luchar, hacerme daño, salir herida, volver a batallar. Y sé que lo
sabes. Por eso, sonrío, atravieso la cama, y me acerco a ti. Te miro
a los ojos. Y te digo, mientras te beso con todos mis sentidos
- Por mí sí.
Nos vamos a quemar.
Porque estamos jugando con fuego. Pero arriesgaremos un poco más.
Quizá la historia puede acabar con un feliz final. O quizá vamos a
presenciar nuestro suicida final.
Publicar un comentario